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Mis compañeros no están, ni olvidados ni muertos...Fidel

Juan Manuel Ameijeiras Delgado (Mel)

Juan Manuel Ameijeiras Delgado (Mel)

Juan Manuel Ameijeiras Delgado (Mel) nació el 23 de octubre de 1932. El décimo de los hermanos. Llevó el nombre del padre, y del primero de sus hermanos, fallecido en la infancia. Nombrado Juan Manuel, para todos en casa sería Mel.

En Chaparra y Puerto Padre se irguió sobre la tierra, conoció la línea férrea, escuchó los pitazos y el jadeo de las locomotoras de vapor, aspiró la brisa azucarada.

También aquí, por primera vez, contempló el azul del mar. Su largo peregrinar lo lleva hasta Santa Clara, a una casita de Toscano y Pastora. Sobreviven con lo que los varones consiguen: limpiando zapatos o vendiendo periódicos.

Es 1943 y Mel ha vivido ya más de la mitad de su existencia. En su formación influyó el medio en que se desenvolvió su vida.

En esa forja tuvo que ver mucho la madre, el escepticismo de ésta ante los gobiernos de turno. María de la Angustias le enseñó las primeras letras y le inculcó el espíritu de rebeldía ante las injusticias sociales.

Vida en la Capital del país

La familia decide marchar a la capital tras los pasos de Gustavo, que laboraba ya como mecánico y chofer de taxis. Alquilan una accesoria en la Calle Virtudes No. 510, al lado de un solar, pequeña para la nutrida prole, por lo que se le construye una barbacoa dormitorio a los varones. La Habana de 1945 los recibe imperturbable, y a su vorágine se insertan como choferes en la Manzana de Gómez.

Mel sería el último en incorporarse a este oficio.
Aprendió ajedrez y se aficionó de tal modo al juego ciencia que siempre lo traía consigo, para sumergirse en ese mundo de alfiles, torres, caballos, damas, reyes y peones, de estrategias y de combates imaginarios. En el auto que lo llevó al Moncada, también se ocupó su juego preferido.

Su inquietud revolucionaria crece en el ámbito familiar por el influjo de sus hermanos mayores. La fundación del Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo), por Eduardo R. Chibás marca el punto inicial de su filiación al lado de los pobres de esta tierra.

Participa en esa organización donde convergieran muchos de los futuros asaltantes al Moncada. El 10 de marzo de 1952, cuando los dirigentes de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU); encabezados por Álvaro Barba Machado, se reunían en Palacio con el presidente Carlos Prío Socarrás para ofrecerle apoyo, tras el inconstitucional golpe de estado, a la Universidad de La Habana acudían muchos de los futuros jóvenes de la Generación del Centenario en reclamo de armas. Allí también se encontraba Mel y su hermano Efigenio.

Dos hechos que marcan su vida

Dos hechos influirán en su ulterior actitud: el cuartelazo del 10 de marzo y su encuentro con Fidel Castro. La coincidencia de ideales entre ambos y la certeza de que el verdadero camino era la lucha armada.

Para el 5 de abril de 1952 se había planificado el ataque y toma del campamento de Columbia en un hecho similar al ejecutado por Batista, pero con fines democráticos y con apoyo popular.

Lo encabezaba el doctor Rafael García Bárcenas, quien presidía el Movimiento Nacional Revolucionario (MNR). Actuaba de buena fe pero con criterios erróneos y ajenos a la realidad.

Fidel hizo ver a sus compañeros la inconsistencia del plan y su certeza del fracaso y la calificó como la acción más anunciada de la historia de Cuba . En el verano de 1952 comenzó el adiestramiento militar. Al salón de los Mártires de la Universidad de La Habana acude Juan Manuel junto a Efigenio a realizar prácticas de tiro con las armas allí existentes: escopetas Winchester, un fusil Springfield, un Mendoza, un M 1 y varias pistolas.

Los ejercicios incluyen además lanzamientos de granadas, desplazamientos a rastras y arme y desarme de los diversos fusiles. Todo en seco, ya que no podían realizarse disparos reales. Esta imposibilidad llevó a los jóvenes a realizar mayor adiestramiento en fincas cercanas, para así contrarrestar la superioridad numérica y armamento del enemigo.

Mel también estuvo ligado a la adquisición de los uniformes del ejército con los cuales se vestirían el día de la acción. En esta parte del plan y orientados por Fidel y Abel, su célula, integrada por los hermanos Rivero Vasallo, Matéu Orihuela, Roberto Mederos y Gerardito Álvarez, desplegó notoria actividad. A Mel correspondió el traslado de las maletas con los uniformes.

El 25 de julio parte del Parque de La Fraternidad en el Chevrolet chapa 280-053, en un largo viaje a las tierras orientales, acompañado por Gerardo Álvarez, Pablo Cartas, Roberto Mediros, Félix Rivero y Osvaldo Socarrás.

El trayecto y la hora de llegada al cuartel general de los combatientes –a la granjita Siboney- no pueden precisarse pues todos quedaron sin vida, por corresponder al grupo que atacó al hospital civil, punto estratégico asignado en la toma del Moncada.

El primero en arribar a la granjita Siboney, alrededor de las ocho de la noche, fue el auto de Ernesto Tizol, después de las doce llegó Fidel Castro. Ya era el 26 de julio.

Faltaban solo los hombres de Gildo Fleitas y Mario Muñoz, para ser 122 combatientes entre ellos dos mujeres: Haydee Santamaría y Melba Hernández, que se encontraban en la granjita Siboney, cuando Abel informa a Fidel aspectos relacionados con la llegada de los hombres, las armas, el parque y los uniformes.

Mel había cumplido la primera parte de la acción, conducir a los integrantes de su célula sin percance alguno hasta su cuartel general. Llevaba el dinero para la travesía y conocía el lugar de destino en la capital oriental.

En el amanecer del domingo 26 de julio de 1953, Fidel dijo a sus compañeros “vamos a atacar el Cuartel Moncada. Será un ataque por sorpresa. No debe durar más de diez minutos “ , y a continuación dio a conocer el plan de ataque.

La fuerza quedó finalmente integrada por 110 combatientes y 14 autos. Tres al hospital “Saturnino Lora”. El primero lo conduce Abel Santamaría, el segundo Juan Manuel, seguido por el de Mario Muñoz. Cerca de las cinco y quince antes meridiano, no se había roto el silencio en aquella madrugada y los autos cruzan a dos cuadras de la posta número tres por Garzón y siguen a la calle Nueva atravesando la Carretera Central.

El hospital, por su parte trasera, colinda con la posta número cuatro del cuartel. En ello reside su importancia estratégica a los efectos de la acción. Abel bajó de su carro seguido por Mel y el resto de los combatientes dirigiéndose al soldado que custodiaba la entrada a quien desarma en rápida operación.

Situó en el vestíbulo a los hermanos José Wilfredo y Horacio Matéu, también a Gerardo Álvarez. El resto en las ventanas del primer piso, que daban al patio trasero y al club. En este lugar Mel entró en combate. Momentos después estalló el tiroteo y sonó la alarma del campamento, distante unos ciento cincuenta metros. Desde las ventanas traseras del hospital se disparaba sobre la posta cuatro del Club de oficiales

Por tres horas se enfrentan al enemigo y sobre ellos se concentró el ataque del ejército en la última etapa de la acción, hasta que agotado el parque deciden vestirse con las ropas de los enfermos.

A las ocho y media de la mañana, los jóvenes detenidos en el hospital fueron llevados al cuartel Moncada y entregados a un teniente y varios soldados quienes los golpean, atropellan y mancillan.

Los últimos en salir son Abel Santamaría Cuadrado, Boris Luís Santacoloma y Juan Manuel Ameijeiras Delgado (Mel). Los conducen hacia la caballeriza del cuartel en Martí y Carretera Central donde son asesinados.

“Mel era el más joven de todos nosotros, el más romántico y apasionado. Tenía seis pies de estatura, el pelo castaño, casi rubio, ensortijado y los ojos claros como sus ideas” .

Así lo vio su hermano Efigenio en los días previos al ataque al Cuartel Moncada. Toda su conversación giraba en torno a la política nacional y hasta en el baño cuando entonaba las notas del Himno Invasor se notaba su espíritu.

Desaparecido después del ataque al cuartel Moncada

Una semana después del 26 de julio de 1953 Efigenio ve la foto de Mel en un reportaje de la revista Bohemia sobre los sucesos ocurridos en Santiago de Cuba. Nadie en la casa quiere creer aquella triste realidad.

Gustavo consiguió prestado un auto y se fue a Oriente tratando de encontrarlo pero fue capturado, remitido a la cárcel de Boniato y procesado en la misma causa seguida a los moncadistas donde salió absuelto.

Al conocerse por la prensa que Fidel Castro es apresado, un rayo de esperanza brilló en la casa de los Ameijeiras pues en la lista de prisioneros había uno con nombre y apellidos similares.

María de las Angustias gritó llena de ilusión: “Ese es él que ha dado un nombre parecido para que nosotros sepamos que está vivo y, además, también para no perjudicarnos”. Poco tiempo después se esfumó la esperanza al comprobarse que se trataba de Juan Almeida Bosque.

En un informe expedido por el archivo general dactiloscópico del Gabinete Nacional de Identificación de la Policía , tres días después del asalto al Moncada, dirigido al jefe del Servicio de Inteligencia Militar (SIM), quedó identificado el cadáver de Juan Manuel Ameijeiras por corresponder sus huellas digitales con las de un joven asaltante designado con el número 25.

Ello fue posible por encontrarse registradas sus huellas en ocasión de solicitar este su inscripción de nacimiento fuera de tiempo en el Juzgado del Vedado en enero de 1948, donde aparecen datos que concuerdan en gran medida con sus características personales, cabellos castaños, ojos verdes, 115 libras de peso y una cicatriz en la yema del dedo anular izquierdo.

También contaba con las huellas que se le tomaron al ser fichado por el Buró de Investigaciones en noviembre de 1947. En esta ocasión declaró haber nacido en el municipio de Puerto Padre y residir en Virtudes 510 entre Perseverancia y Lealtad.

Muerte

En el libro “La generación del centenario en el juicio del Moncada” , aparece un capítulo titulado “Pruebas de horror” donde se reproducen textualmente los certificados de defunción de treinta y cuatro civiles muertos en el ataque a la fortaleza militar santiaguera, expedidos el 27 de julio de 1953 en el Cementerio de Santa Ifigenia por un equipo de médicos forenses.

De acuerdo con el documento del SIM, el cadáver señalado con el número 25 corresponde al de Juan Manuel y por consiguiente el Certificado de Defunción designado con ese dígito debe coincidir con el mismo.

 

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